Mario de las Heras
Mario de las Heras

Donde no hubo Morante sucedió Talavante y al final Rufo en Talavera

Cuatro orejas para el extremeño y dos para el toledano, que salieron a hombros, y una para el de La Puebla, que salió andando, aplaudido y contento

Toledo Actualizada 02:36

Morante de la Puebla en Talavera de la Reina

Morante de la Puebla en Talavera de la ReinaEFE

San Isidro también tiene Feria en Talavera de la Reina. Una bulliciosa que entre los muros de La Caprichosa, la Plaza de Toros, se volvió silenciosa para recordar la muerte en ella de Joselito el Gallo, «el rey de los toreros», solo dos días después de cumplirse 105 años de la cogida terrible y mortal.

La torería de Morante

Morante de la Puebla se refleja en aquel «rey» que le dio indirectamente el sobrenombre al coso. La Caprichosa es como llamaban a la reina Victoria Eugenia, que estaba allí aquel 16 de mayo de 1920 y le pidió a Joselito que repitiera el salto de la garrocha porque se lo había perdido. Cuando lo hizo el toro le derribó y le corneó en el suelo y el remoquete macabro e histórico se le quedó a la Plaza de Talavera.

Alejandro Talavante en Talavera

Alejandro Talavante en TalaveraEFE

En el Museo de la Real Maestranza de Sevilla luce el vestido que llevaba Morante la tarde del último rabo en Sevilla. Era uno igual a otro que llevó Joselito, pero este domingo no iba a hacer historia el de La Puebla del Río. «Caprichoso» es siempre Morante porque hay que tener suerte para verle, verle, aunque siempre se le ve algo: la torería en el más mínimo gesto que también contemplaban muy cerca de uno la taurina, en este caso, bonhomía de David Moreno, presidente de Vox de Castilla-La Mancha, al lado de la brava diputada nacional Pepa Millán.

Talavante, largo y elegante

Dos toros pequeños, gachos, para empezar, le salieron a Morante y Talavante. El segundo lo cuajó y el primero lo intentó, un poco, pero se le fue, como sin ganas y con ellas: destellos y abulia e incluso alguna cosa de principiante que vino a ponerle en peligro, al menos en la impresión, que en realidad no lo es, sino la desinspiración del artista que no se dice así, sino torero.

Tomás Rufo en Talavera

Tomás Rufo en TalaveraEFE

Lo mató malamente, al contrario que el extremeño, al que el de Alcurrucén le llegaba casi por las rodillas. Fue mejor el toro, desde luego, de este como la faena larga y elegante, como si la hubiera enhebrado en el principio y al final hubiera quedado una bufanda perfecta (por no decir un jersey, que hacía mucho calor) con la derecha y sobre todo con la izquierda.

El banderillero Fernando Sánchez

Dieron gusto los animales en el caballo, con desigual manifestación posterior. Los banderilleros brillaron, sobre todo el torerísimo Fernando Sánchez, con los palos bajos, cruzados, de la misma tierra como su matador, Tomás Rufo, lo es de la provincia, al que le llaman sus paisanos como en otro siglo, con la admiración de los siglos a los que tantas veces parece haber vuelto gozosamente el toreo, aunque nunca se fue.

Talavante y Rufo salen a hombros en Talavera

Talavante y Rufo salen a hombros en TalaveraEFE

Al diestro de Pepino le tocó un mal tercero, el peor de la tarde, y un sexto que dio muestras de manso y resultó noble y bien aprovechado por él, con series y valor y desplantes sentidos y estoconazo definitivo para acompañar a Talavante, que casi calcó la categórica primera faena, en su salida por la Puerta Grande. Buena tarde de toros bajo un sol tremendo de mayo, como tremendas, por la notable bravura, fueron las muertes.

Oreja de retales

Andando salió Morante con su oreja hecha de retales de arte, que no de obra monumental, que el espadazo del cuarto homologó. Brillaba la basílica de Nuestra Señora del Prado con la arena en sombras en el aviso de la hora azul. Se le premió al genio una voluntad dudosa, caprichosa como el nombre del lugar, pero así es el maestro al que siempre hay que ir a ver no vaya uno a perderse lo que fatalmente se perdió Victoria Eugenia.

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