
Monasterio de la Conversión en Sotillo de La Adrada (Ávila)
Las monjas de Sotillo (Ávila) esperaban al Papa en septiembre: «Nos había dicho que sí, que vendría… a medias»
«Siempre nos decía que dependía de lo que el Santo Padre requiriera de él, pero en principio sí le esperábamos si no hubiera habido nada en contra», apunta una de las hermanas, que, entre risas, confiesa que ya no se podrá producir esa visita, pero el motivo está más que justificado
La elección de León XIV como nuevo Pontífice ha sido recibida con una alegría desbordante en el Monasterio de la Conversión en Sotillo de La Adrada (Ávila), donde las hermanas agustinas viven con emoción y esperanza este nuevo capítulo de la Iglesia. La Hermana Carmen Toledano, testigo cercana del ahora Papa, nos contaba cómo la comunidad entera vivía con júbilo desbordante la designación del también agustino Cardenal Prevost.
«Todas las hermanas saltaban de gozo», recuerda conmovida la Hermana Carmen. La comunidad vive esta elección como un regalo inesperado, pero providencial. «Yo no podía reaccionar. Solo me salía llorar, estaba muy impresionada», confiesa.
Y es que, además, esperaban su visita en Sotillo para el próximo mes de septiembre. «Le habíamos invitado para que viniera a celebrar con nosotros el cierre del Jubileo por los 25 años de vida de nuestra comunidad. Y nos había dicho que sí, que vendría … a medias. Siempre nos decía que dependía de lo que el Santo Padre requiriera de él, pero en principio sí le esperábamos si no hubiera habido nada en contra. Lo teníamos en la agenda». Ahora, entre risas, confiesa que ya no se podrá producir esa visita, pero el motivo está más que justificado.
El vínculo entre la comunidad agustina abulense y León XIV se remonta a hace más de una década, cuando él fue elegido superior general. «Le conocíamos desde entonces. Teníamos una preciosa relación con él», explica. Años después, ya como obispo en Perú, el contacto se mantuvo cercano, pues la propia Hermana Carmen estuvo en el país andino, de donde Prevost había sido nombrado obispo. Fue entonces donde entablaron una estrecha relación, que han continuado hasta el día de hoy.
Aunque su nombre sonaba como posible candidato al papado, en el corazón de la Hermana Carmen persistía una mezcla de incredulidad y profunda intuición. «Es verdad que su nombre sonaba entre los favoritos. No es que yo haya rezado para que lo eligieran Papa… Me parecía demasiado. Pero lo tenía de alguna manera en el corazón», confiesa. Días antes del cónclave, la hermana agustina le escribió un mensaje en el que expresaba su deseo de que el futuro Papa trabajase por la comunión, la paz y la justicia. «Y fue exactamente eso lo que dijo desde el balcón», añade emocionada. Asimismo, recuerda con nitidez la respuesta de ese último mensaje que intercambió con el ahora Papa, quien, sobre si podría salir elegido pontífice, afirmó: «Estamos en manos de Dios. Será lo que Dios quiera».
La Hermana Carmen destaca su humildad y sencillez como rasgos fundamentales de su personalidad: «Siempre me ha impresionado. Nunca ha buscado protagonismo. Ama a la Iglesia con locura». Para ella, León XIV es, ante todo, «un misionero. Y ahora, un misionero en Roma, un misionero de la Iglesia en Roma».
Consciente de la polarización actual dentro del mundo eclesial, la Hermana Carmen confía en que el nuevo Papa pueda ser un puente. «En la Conferencia Episcopal de Perú tenía fama de trabajar por la comunión, incluso en un contexto dividido. En este momento de tanta polarización, puede ser alguien que ayude a unir».
El nombre elegido por el nuevo Pontífice también ha sido recibido con especial atención, pues la Hermana Carmen lo relaciona con su predecesor, León XIII, el impulsor de la Doctrina Social de la Iglesia. «Su nombre es toda una declaración de intenciones de lo que puede ser su pontificado».
Para la comunidad agustina de Sotillo, la designación del Cardenal Prevost como Papa tiene una carga simbólica significativa, en medio del Año Jubilar en el que celebran sus 25 años de vida contemplativa con apertura a la evangelización. «Cuando empezamos esta llamada de especial consagración al Señor, él fue elegido general de los agustinos. Todo parece conectado», concluye la Hermana.
Con esperanza y fe, las hermanas del Monasterio de la Conversión se encomiendan a Dios, confiadas en que León XIV será un instrumento de unidad, justicia y paz, elementos que el nuevo Papa no ha dudado en recalcar en su primer (y extenso) discurso.
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