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Agricultura
Un ganadero no entiende que el gobierno catalán le obligue a matar a 230 vacas «sanas» por un caso de tuberculosis
El conflicto sanitario expone las dificultades de la ganadería extensiva ante los reservorios de tuberculosis en fauna silvestre
La decisión del Departament d'Agricultura ha desatado la controversia en el sector ganadero catalán. Josep Juscafresa debe eliminar toda su cabaña antes del 2 de julio tras detectarse un caso confirmado y once sospechas de tuberculosis bovina en su explotación de Cornellà del Terri.
El origen del conflicto: una vaca infectada en la trashumancia
El conflicto se remonta al verano pasado, cuando el ganado de Juscafresa pastoreaba en las Valls d'Aguilar, en el Alt Urgell. Meses después, durante los controles rutinarios mediante la prueba cutánea, uno de los ejemplares arrojó resultado positivo para tuberculosis. El posterior sacrificio del animal y su análisis post mortem revelaron «posibles lesiones» compatibles con la enfermedad.
Esta confirmación desencadenó un protocolo que paralizó la explotación e impuso un saneamiento exhaustivo. Las pruebas adicionales, incluyendo análisis sanguíneos, señalaron a doce vacas como «posibles portadoras» de la patología. Juscafresa, que ya vivió una situación similar en 2018, se mostró dispuesto desde el primer momento a sacrificar únicamente estos ejemplares dudosos.
La orden que divide opiniones
Sin embargo, la notificación llegada este martes cambia radicalmente el panorama: Agricultura exige la eliminación completa del rebaño de 230 cabezas que pasta en las 80 hectáreas de bosque y campo de la granja. «No comprendo por qué debo eliminar animales sanos cuando el resto del ganado no presenta síntomas», argumenta el ganadero.
La compensación económica prevista agrava su situación. Según sus cálculos, el importe que recibirá por el sacrificio apenas le permitirá adquirir 50 nuevas reses, obligándole a empezar de cero con 180 animales menos de los que posee actualmente.
La organización agraria Revolta Pagesa ha respaldado al ganadero y critica la «improvisación total» del departamento. Su portavoz, Jordi Ginabreda, denuncia que Agricultura rechazó inicialmente sacrificar solo los animales dudosos y subraya el impacto territorial de la medida.
«Estas vacas gestionan 80 hectáreas de territorio que ahora quedarán abandonadas. Hay que mostrar empatía y considerar el daño personal, emocional, económico y territorial cuando el resto del ganado está sano», declaró Ginabreda.
Tanto el ganadero como la organización agraria apuntan al verdadero núcleo del problema: las zonas de pasto del Alt Urgell constituyen un «punto caliente» de tuberculosis entre la fauna cinegética, especialmente jabalíes y corzos. Esta realidad convierte la trashumancia estival en una lotería sanitaria para los ganaderos.
«Tenía números de que algún día me tocaría», reconoce Juscafresa, quien plantea una cuestión crucial: «Si sacrifico todas estas vacas y empiezo de nuevo, ¿quién me garantiza que el año próximo no me encontraré con el mismo problema?». La imposibilidad económica de alimentar todo el ganado en su explotación durante el verano hace inevitable el desplazamiento a estas zonas de riesgo.
El departament ha justificado su decisión basándose en la normativa europea y estatal que obliga al vaciado sanitario cuando el número de casos dudosos supera ciertos límites. En un comunicado recogido por la ACN, explican que solo tres casos de tuberculosis bovina se han detectado este año en Cataluña, pero únicamente el del Pla de l'Estany requiere el sacrificio total por no cumplir los requisitos para la excepcionalidad.
La administración también destaca las medidas de acompañamiento activadas en abril, que incluyen indemnizaciones por sacrificio y ayudas para la repoblación con complementos adicionales. No obstante, tanto el afectado como Revolta Pagesa consideran insuficientes estas compensaciones.