
El hermano del expresidente de la Generalitat, Francis Puig
La «promoción» del valenciano del PSOE: subvenciones al hermano de Ximo Puig y compadreo con los catalanistas
El diputado regional José Chulvi se reunió con los máximos representantes de Acció Cultural del País Valencià para «buscar vías de promoción del valenciano», por lo que Francis Puig está procesado por un supuesto cobro de comisiones ilegales
Sobre las apariencias hay un sinfín de frases célebres. Algunas de ellas serían perfectamente aplicables al PSPV en términos generales y, muy de manera particular, a su relación con el independentismo. Ese flirteo tan constante como insondable no es nuevo. Viene de lejos. Secesionismo catalán y socialismo valenciano forman una pareja de conveniencia cuyo romance no entiende de que sea algo pasajero o, como diría Yolanda Díaz, algo fijo discontinuo. Todo lo contrario. Está fijado e institucionalizado. Partit Socialista del País Valencià y no de la Comunitat Valenciana. Lo llamativo es que los valencianos se hayan visto obligados sin quererlo a pagar todas y cada una de las fantas que la formación del puño y la rosa quiera poner sobre la mesa del rupturismo.
Caras y nombres. José Chulvi es diputado autonómico en las Cortes. Por tanto, prometió (lo de jurar no se suele dar en la bancada de la izquierda) cumplir y hacer cumplir tanto la Constitución Española de 1978 como el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. Pese a ese mandato escrupuloso con tal de representar la soberanía, el socialista no tuvo semanas atrás el más mínimo reparo en sentarse y posar con las correspondientes sonrisas de oreja a oreja con aquellos que pretenden liquidar la región.
De tú a tú. Sin reproches. Para eso son tan amigos. Compadreo era poco. Chulvi debió de pensar algo del tipo «si el número tres de mi partido va a Waterloo a cerrar un pacto con Carles Puigdemont bajo una foto del referéndum ilegal, cómo no me voy yo a sentar con sus secuaces». Si fuera así, no sería mal argumento en clave interna, pero troncha sobremanera con lo que el expresidente Ximo Puig estableció como lema de la Generalitat antes de que sus propios vecinos le sacaran del poder: Tots a una veu (todos a una voz), citando el himno regional.

El diputado regional José Chulvi, a la derecha, en su reunión con Acció Cultural del País Valencià
A decir verdad, el PSPV y el anexionismo catalán suelen ir de la mano y la reunión de Chulvi con Acció Cultural del País Valencià (ACPV) es buen ejemplo de ello. Fue el propio colectivo quien en sus redes sociales calificaron el encuentro como algo para «buscar vías de promoción del valenciano». Sin anestesia. A la cita acudió la máxima representante de la organización, Anna Oliver. Y Chulvi, encantado. Al menos no había imágenes de las urnas ilegales y no se esperaba a ningún prófugo.
Esa supuesta pasión por el valenciano no es ni mucho menos ajena al PSPV-PSOE ni a sus tentáculos. Uno de sus máximos exponentes fue Francis Puig, que comparte apellido y filiación fraternal con Ximo. Tanto él como su socio se sentarán en el banquillo de los acusados por, presuntamente, haber cobrado subvenciones ilegales por parte de la Generalitat con el objetivo de promocionar el idioma regional. Al igual que con los casos que afectan al hermano del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su mujer, a José Luis Ábalos, al fiscal general del Estado o tantos otros, el lawfare, la cacería, la casquería o como quiera que se llame la excusa que cada semana dicte el Palacio de La Moncloa, curiosamente, la mentalidad es de lo más conservador: a córner y ya veremos luego.
Retomando las frases sobre apariencias, el PSPV ha experimentado en sus propias carnes y en las urnas de todos los valencianos las consecuencias que tiene dormir y pagar con el dinero ajeno las juergas ideológicas de los independentistas. Se podría recordar aquello de que «aunque la mona se vista de seda, mona se queda», pero también lo que dejó escrito Maquiavelo: «Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos».