La carta que Sánchez debería escribir
«Me tachan de mentiroso cuando lo que tengo en realidad es un largo historial de cambios de opinión, que es el deber de un presidente de Gobierno progresista para permanecer en el poder y evitar la llegada de la ultraderecha»
Como quedan aún cuatro días para que se cumpla el aniversario de la carta lacrimógena que dedicó hace un año Pedro Sánchez a los ciudadanos, en la que amenazaba con dimitir por el acoso judicial al que estaban sometiendo a su familia, me he permitido redactar una misiva para conmemorar el hecho, por si los asesores de Moncloa consideran oportuno remitírsela al presidente y publicarla en sus redes sociales.
Carta a la ciudadanía:
No suele ser habitual que me dirija usted a través de una carta. Lo hice hace un año y lo vuelvo a hacer hoy. Lo hice entonces por la gravedad de los ataques que estábamos sufriendo mi mujer y yo, ataques injustificados por parte de la Justicia, que abrió una investigación contra Begoña Gómez por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Un año después, nuestros abogados aún no han conseguido cerrar el caso, debido a que los indicios son más sólidos de lo que parecían o a que el juez sigue empeñado en creer a una organización ultraderechista antes que a un Gobierno ejemplar como el mío.
La campaña de acoso que sufrimos todos los ministros de mi Ejecutivo, así como mi familia, ha influido claramente en la forma de actuar del juez. A mí, personalmente, me tachan de mentiroso cuando lo que tengo en realidad es un largo historial de cambios de opinión, que es el deber de un presidente de Gobierno progresista para permanecer en el poder y así evitar la llegada de la ultraderecha.
En 2018, en la moción de censura que le hice a Mariano Rajoy, prometí que formaría un Gobierno transitorio para convocar elecciones. Y las convoqué. Eso sí, después de que mis socios no me apoyaran los Presupuestos y no tuviera otra salida.
Durante aquella campaña electoral, aseguré que no formaría un Gobierno con Podemos y que no dormiría tranquilo con Pablo Iglesias influyendo en según qué decisiones importantes para el país. Y lo convertí en mi vicepresidente. También me comprometí a traer a Carles Puigdemont a España para que rindiera cuentas ante la Justicia. Y lo traje, poniéndole una alfombra roja para que diera un discurso en el centro de Barcelona y después se escabullera de nuevo a Waterloo.
Sobre el procés en Cataluña, afirmé que los hechos acaecidos en octubre de 2017 constituían «claramente» un delito de rebelión, pero año y medio después di órdenes a la Abogacía del Estado para que retirara las acusaciones y se rebajaran a sedición, ya que necesitaba a las fuerzas separatistas para formar una mayoría en el Congreso. Después les concedí el indulto por el bien de la normalización en Cataluña y les negué la amnistía, porque no cabía en nuestra Constitución. Pero releyendo la Carta Magna conseguimos darle otro sentido y aprobar una amnistía necesaria para la convivencia del país. Y para que yo continuara al frente de Moncloa, algo que siempre será mejor a que gobierne la derecha.
Donde nunca me ha temblado la mano es a la hora de demostrar mi firmeza contra el terrorismo, ya que se lo debo a todos los socialistas que han dado su vida para luchar contra ETA. Por eso siempre dejé claro que con Bildu no pactaría, y lo dije cinco veces y hasta en veinte ocasiones, algo que volví a recalcar a la hora de formar Gobierno en Navarra, pero más tarde me vi obligado a cederles la alcaldía de Pamplona y a pactar con ellos mi investidura, porque era lo mejor para el país.
Siempre he hecho lo que considerado más conveniente para España, y eso no era otra cosa que mi permanencia en el poder. Si no estoy yo, la alternativa es la derecha, que avanza más que nunca. Por eso quería escribirle a usted en una fecha tan marcada como hoy, para advertirle que volveré a presentarme a presidente en 2027 y que necesitaré de nuevo su voto. Eso sí, no espere que no le engañe de aquí a entonces, porque no le digo la verdad ni al médico.