Inglaterra y Gales aprueban la eutanasia, la segunda ley a favor de la cultura de la muerte en una semana

La cultura de la muerte ha vuelto a ganar la batalla –por segunda vez en una semana– en Inglaterra y Gales. En una nueva jornada, los diputados británicos han votado en la Cámara de los Comunes a favor de la eutanasia, una práctica que fue aprobada en España en 2021 y que ya ha matado a más de 680 personas.

Al inicio de la sesión, opositores al proyecto se han reunido frente al Parlamento para protestar en contra de la ley. Vestidos de blanco, con batas médicas y jeringuillas, los activistas contra el proyecto de ley corearon «Todavía no estamos muertos» y «Maten al proyecto de ley, no a los enfermos». A pesar de sus intentos por frenarla, ha salido adelante con 314 a favor y 291 en contra, una mayoría de 23. Ahora pasará a la Cámara de los Lores.

Esta norma no es nueva. Los diputados británicos ya se mostraron a favor el 30 de noviembre, cuando el Proyecto de ley sobre adultos con enfermedades terminales (final de la vida) fue respaldado con 330 votos a favor y 275 en contra. Sin embargo, aunque fue aprobada por el Ejecutivo de Keir Starmer, se produjo un gran debate, donde al menos 14 laboristas decidieron cambiar su voto.

Este texto permite la eutanasia a los pacientes que residan en Inglaterra y Gales, que se encuentren en fase terminal, que estén registrados con un médico de cabecera desde hace más de 12 meses y que tengan una esperanza de vida de menos de seis meses. Aunque la decisión debe ser tomada por los propios pacientes, surge un nuevo problema: la posibilidad de que elijan morir para no ser una carga para sus familiares o debido a presiones externas. Los cuidados paliativos vuelven a quedar en un segundo plano.

Para que se lleve a cabo esta polémica ación, harán falta dos médicos. Además, la decisión final para que el paciente muerta estará en manos de un comité de expertos. Es decir, ya no será el Tribunal Superior de Justicia, una medida muy criticada por aquellos diputados que se oponen a la norma.

Entre las líneas del proyecto, también se puede leer que todos los profesionales de la salud capacitados para inocular la sustancia letal al paciente, se podrán oponer a realizar tal acción, tal y como su código deontológico dicta. Asimismo, estará prohibido hacer publicidad de la eutanasia.

Los profesionales de la salud (enfermeros, farmacéuticos, trabajadores del sector médico) también tendrán derecho a negarse a participar en esta controvertida práctica, al igual que los médicos.

Finalmente, se propondrán expertos independientes para apoyar a las personas que sufran problemas de salud mental, así como un consejo consultivo sobre la discapacidad, encargado de asesorar al Gobierno sobre la implementación de la ley y su impacto en las personas con discapacidad. Con la ley aprobada, los políticos tendrán un año para informar a los ciudadanos de sus derechos.

Muchas posturas en contra

Fuera del Parlamento, diversos políticos y empresarios han pedido que no se aprobase la ley. Uno de ellos ha sido Joe Coughlan, el director ejecutivo de Care Not Killing, a alianza de múltiples grupos, incluidas organizaciones religiosas y provida, quien ha pedido que se rehaga la norma.

Por otro lado, Naz Shah, diputada laborista, ha denunciado que con este proyecto, las personas que lo avalan están permitiendo que los pacientes de anorexia mueran eutanasiados, ya que con esta enfermedad existe un gran «vacío legal». Así, ha apuntado que el documento «no es seguro». Lo mismo ha opinado Diane Abbot. EL diputado laborista ha afirmado que, aunque él no se oponga, hay que rechazarla, puesto que pueden «perder la vida personas que deben seguir adelante», recoge The Guardian.

Las miradas estaban puestas en Keir Starmer. Sin embargo, Downing Street se ha negado a decir si el primer ministro británico ha asistido al debate.