La renovación de la cesión de parte del edificio municipal de El Granadal a la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) es mucho más que una formalidad administrativa: es un acierto de gestión, una decisión estratégica para la ciudad y un ejercicio de responsabilidad política por parte del Ayuntamiento de Córdoba, que ha sabido defender con firmeza el interés general frente a la demagogia. Porque, pese a los intentos del PSOE por sembrar dudas sobre la legalidad y la oportunidad del convenio —hasta el punto de deslizar amenazas de acudir a la Fiscalía—, el expediente ha quedado intacto en su limpieza y en su utilidad.
Conviene recordar que el edificio cedido a ATA fue construido hace más de una década bajo un gobierno de coalición entre IU y el propio PSOE. Costó 1,5 millones de euros y permaneció vacío, sin uso ni planificación concreta, durante años. Fue otro gobierno, entonces del Partido Popular, el que encontró una solución sensata: ceder el uso del espacio a entidades que aportaran valor real al ecosistema económico de la ciudad, como ATA y la Fundación DKV Integralia. Desde entonces, el inmueble está vivo, con actividad, servicios y generación de empleo, hasta 57 puestos de trabajo según los datos ofrecidos. Que Córdoba sea sede nacional de una organización como ATA, con voz directa en las mesas de negociación del Estado y más de 400.000 representados, no es un privilegio: es una oportunidad que hay que cuidar.
Ahora, con la renovación del acuerdo por 20 años, se refuerza esta apuesta. No hay cesión gratuita, sino un canon que ha pasado de 24.935 a 63.400 euros anuales, más una inversión de 1,26 millones por parte de la asociación en obras de mejora y eficiencia energética. El Ayuntamiento no sólo garantiza la permanencia de una entidad clave en el ámbito autonómico y estatal, sino que obtiene además una valorización de su patrimonio y una dinamización concreta del polígono del Granadal.
Las acusaciones vertidas por el grupo socialista, además de infundadas, son incoherentes. Fue su propio partido quien dejó el edificio sin uso y ha sido incapaz, en sus años posteriores, de presentar una alternativa realista a esta cesión. No se puede construir ciudad desde la política del obstáculo permanente ni desde la crítica vacía. Como señaló el alcalde, José María Bellido, lo verdaderamente cínico es atacar expedientes pulcros mientras se elude cualquier responsabilidad por los bochornosos escándalos que afectan a sus siglas a nivel nacional.
Esta es una historia sencilla: Córdoba gana al asegurar la permanencia de ATA. Gana por lo que representa ATA, gana por lo que activa en el territorio, gana por el ejemplo de colaboración público-privada que permite transformar un recurso infrautilizado en un activo para la ciudad. Lo demás es ruido.