Corpus Christi
«La Eucaristía es el centro misterioso de los sacramentos, el centro de la comunidad cristiana»
Pasada la Solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia católica tiene en el calendario otra ceremonia solemne, la del Cuerpo y la Sangre de Cristo, la Eucaristía. Mañana, fieles a la tradición, algunas ciudades como Sevilla, Granada o Toledo desarrollarán sus procesiones eucarísticas. En otros lugares, en la mayor parte de la geografía, esta fiesta fue trasladada del jueves al domingo. En Córdoba, un año más, la custodia de Arfe servirá como ostensorio para la Sagrada Forma y recorrerá las calles de nuestra ciudad el próximo 22 de junio. El refranero conservó aquello de «tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión».
El día del Corpus es también el día de la Caridad. En esta edición, bajo el lema «mientras haya personas, hay esperanza», Cáritas pone en valor su acción social, su labor en pro de los más vulnerables.
La devoción del Corpus Christi se remonta al siglo XIII y fue promovida por una religiosa, Santa Juliana de Mont Cornillon, que encontró la conformidad del obispo de Lieja. Unos años después, sería el Papa Urbano IV quien expandiera la festividad a la Iglesia Universal mediante la bula Transiturus de hoc mundo: «Que cada año, pues, sea celebrada una fiesta especial y solemne de tan gran sacramento, además de la conmemoración cotidiana que de él hace la Iglesia, y establecemos un día fijo para ello, el primer jueves después de la octava de Pentecostés». Con este motivo, es tradicional que, en Roma, los papas celebren una misa en San Juan de Letrán; tras este acto, la procesión llega hasta la basílica de Santa María la Mayor.
La Eucaristía nos hace uno con Cristo. En ella Jesús entrega por nosotros su Cuerpo y su Sangre. «El verdadero efecto de la Eucaristía es la transformación del hombre en Dios» (Santo Tomás de Aquino). No es un invento del ser humano sino que es Jesús mismo quien celebra la Última Cena y anticipa en ella su muerte. Es el centro misterioso de los sacramentos, el centro de la comunidad cristiana. En ella la Iglesia se convierte precisamente en Iglesia. «Amar a Cristo y amar a la Iglesia es una misma cosa» (Roger de Taizé).
Sirven para la reflexión de estos días las palabras de Santa Teresa de Calcuta: «hay hambre del pan común, pero también hay hambre de amor, bondad y de respeto recíproco; y ésta es la gran pobreza que sufren los hombres de hoy».