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Para transmitir valores íntimos no basta con el ejemplo, dice un estudio

Para transmitir valores íntimos no basta con el ejemplo, dice un estudioPexels

Así influyen los padres en las metas de sus hijos

Lo que los padres valoran y persiguen moldea las aspiraciones de sus hijos, pero no funciona del mismo modo para las metas exteriores, como el éxito o el dinero, que para objetivos íntimos, como el deseo de formar una familia o darse a los demás

La forma en que los padres establecen sus propias metas vitales –ya sean de éxito familiar, estatus social, promoción profesional o disposición al servicio– influye profundamente en los objetivos que desarrollan sus hijos, sobre todo durante la adolescencia.

Eso sí, un estudio reciente publicado en Psychological Bulletin revela que no basta con el ejemplo, aunque sea lo más eficaz: las conversaciones explícitas y los valores que se comparten en el hogar son clave para priorizar las metas intrínsecas (bienestar personal, vínculos familiares, relaciones de valía y contribución a la sociedad) o las extrínsecas (éxito profesional, riqueza material, fama o popularidad).

Metas intrínsecas frente a extrínsecas

Y priorizar una u otra no es inocuo para el bienestar presente y furuto de los hijos... y de los propios padres.

La doctora Kelly Ferber, psicóloga de la Australian Catholic University y coautora del estudio, explica que «mientras los objetivos intrínsecos satisfacen necesidades psicológicas y emocionales profundas, como autonomía, competencia y sentido de pertenencia», las metas extrínsecas, aunque pueden conllevar gratificaciones evidentes en el corto plazo, «suelen desplazar la satisfacción profunda y perpetuar la insatisfacción personal en el futuro».

Según el estudio, establecer metas intrínsecas se asocia con mayor bienestar emocional, resistencia al estrés y relaciones más sólidas. Las metas extrínsecas, en cambio, terminan por fomentar la ansiedad, la depresión y la insatisfacción permanente, porque «nunca se llega a tener suficiente dinero, reconocimiento o seguidores», señala Ferber.

El ejemplo importa pero no basta

Para descubrir cómo las metas de los padres afectan las de sus hijos, Ferber y su equipo analizaron 53 estudios realizados en Norteamérica, Asia, Europa, África y Australia o en una combinación de regiones, con niños de entre 11 y más de 21 años.

Y aunque hubo matices y excepciones, el estudio reveló que los ideales de los niños para establecer metas se asociaban de forma estrecha y natural con los objetivos vitales que los padres valoraban, y que la edad más fértil para transmitirlas es entre los 15 y los 17 años. Con un importante matiz: no funciona igual para las metas externas que para las internas.

En el caso de las extrínsecas, los hijos las asumían de forma casi natural. Así, cuando los padres dan importancia, por ejemplo, a un salario mayor o a una casa más grande, los hijos tienden a valorar más las metas externas, como las calificaciones excelentes, ganar trofeos deportivos o ser aceptados en una universidad prestigiosa.

Sin embargo, la relación con las metas intrínsecas resultó ser mucho más compleja y hacía necesario que los padres explicitasen sus valores personales ante sus hijos.

De hecho, Ferber incluso observó que había una relación inversamente proporcional entre las aspiraciones intrínsecas de los padres y las extrínsecas de los hijos: a medida que aumentaban las aspiraciones íntimas de los padres, aumentaban las extrínsecas de sus hijos... salvo en los casos en que padres comunicaban a sus hijos, de palabra y con el ejemplo, sus verdaderas motivaciones.

Qué le importa de verdad a tus hijos

Al analizar los resultados, el Greater Good Magazine de la Universidad de California en Berkeley enumera los cuatro modos más eficaces en que los padres transmiten sus valores y prioridades vitales a sus hijos, para enfatizar las metas intrínsecas y poner en su justa medida el valor de las extrínsecas (cuya importancia no conviene minusvalorar).

1. Conversaciones con propósito: Hablar sobre por qué escoges, rechazas o abandonas un trabajo, o dedicas tiempo a ayudar a otros, transmite metas claras a los hijos.

2. Celebrar los logros del proceso: Reconocer el esfuerzo, no sólo el resultado, refuerza la orientación intrínseca.

3. Brindar oportunidades de contribución: Facilitar la participación en actividades solidarias, también en familia, como un voluntariado local, ayudan a interiorizar el valor de darse a los demás.

4. Limitar el énfasis en la popularidad: Evitar hablar de «me gustas» o seguidores como sinónimo de éxito protege la salud emocional de los hijos.

En resumen, las metas vitales que los hijos adopten en el presente y en el futuro serán decisiones que ellos mismos tendrán que adoptar... pero que se verán en gran medida influidas por las conversaciones que mantengan con sus padres, y las virtudes y valores que les expresen en el día a día. Así, fomentar aspiraciones centradas en el crecimiento personal, el servicio al otro y los vínculos familiares y humanos puede enriquecer su bienestar emocional mejor que cualquier máster de libertad financiera.

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