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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Bomba lapa a Sánchez

Si el PSOE quiere buscar asesinos de socialistas, puede preguntarse a Otegi

Actualizada 01:30

Según el relato oficial del Gobierno y de sus masajistas, en los últimos años a Sánchez o a su gente les han querido asesinar de varias maneras, todas felizmente abortadas: con balas, con una navaja, con un francotirador, con sicarios venezolanos e incluso con una bomba lapa. Ni el pobre Kennedy, alter ego de nuestro Pedro en guapura y aplomo de estadista, sufrió tantas y tan peligrosas conjuras antes de ser asesinado.

Todo ello le ha llevado al Equipo A del Ejecutivo, los mejores soldados de fortuna del Régimen, a golpearse el pecho en público, aliviados por la capacidad de supervivencia del Jefe, pero también escandalizados por la insoportable presión que sufre, de la que solo sale indemne por su resiliencia, su olfato para sortear peligros y, por qué no, ese tipo de fortuna que suele acompañar a los grandes personajes de la historia, como si el destino fuera consciente de su grandeza y ejerciera de ángel de la guarda para preservar tan preciado patrimonio de la humanidad.

Los más hiperventilados de todas las cheerleaders de Sánchez han sido los López, Óscar y Patxi, en el pasado sus más furibundos detractores internos: a los conversos les pasa como a los independentistas charnegos, que siempre van más lejos que nadie para intentar compensar su pecado de origen, no ser sanchista o catalán de pura cepa e incluso haber coqueteado con la presidencia de su club de detractores.

El portavoz parlamentario, aquel que un día le preguntó a su ahora patrón si sabía qué es una nación y ahora responde por él con un «lo que tú digas, Majestad», ha ido más lejos que ninguno al expresar, al borde del llanto, la dramática situación de España, donde según él hay un jefe de la UCO que quiere «asesinar socialistas».

Lo que le faltaba a nuestro Pedro: además de soportar una conjura judicial y el fango mediático, financiado por la Internacional Ultraderechista, Ayuso, los señores del puro, Trump o las eléctricas; ahora debe esquivar las balas de la UCO patriótica, la versión 2.0 de Tejero, conjurada no solo en acabar políticamente con Sánchez, sino también en enviarle con algún Pedro, sea el santo o el Botero.

El esperpento encontraría su punto cómico, siempre presente en los peores dramas, de no constatar dos obviedades inquietantes: la ausencia definitiva de límites del PSOE para escapar del castigo judicial, policial y social que sus andanzas piden a voces y ellos mismos dan por hecho y la desmemoria socialista sobre sus víctimas de verdad.

Porque Patxi López, que fue lendakari gracias al PP y dilapidó la oportunidad histórica de estabilizar en el País Vasco una alternativa al nacionalismo, no necesita fantasear con crímenes ficticios porque tiene bien cerca otros reales: ETA asesinó a una docena de socialistas entre 1979 y 2008.

En eso años estaba por ahí ya Arnaldo Otegi, que es el jefe de Bildu, un disfraz de Sortu, el partido hegemónico en cuya dirección figura el último jefe de la banda terrorista, David Pla. Ninguno de ellos ha renegado ni condenado lo que hicieron sus primos hermanos con Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, Germán González, Enrique Casas, Juan María Jáuregui, Ernest Lluch, Froilán Elespe, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundua o Isaías Carrasco, el último ejecutado, en una campaña electoral, la de 2008, suspendida ipso facto por todos los partidos por razones obvias que cuatro años antes, con el 11M, no se consideró necesario.

Patxi, en fin, no tiene problemas en señalar en falso a un valiente guardia civil para fabular sobre un inexistente atentado contra Sánchez y, tampoco, para deberle la Presidencia a quienes sí jaleaban crímenes reales de socialistas impecables a los que deshonra con su desmemoria.

El PSOE le debe los gobiernos de España y de Navarra a Bildu, todas sus investiduras y los escasos Presupuestos que ha aprobado y la modesta actividad legislativa parlamentaria que ha podido prosperar, más allá de los caciquiles decretos ley.

Esto es el PSOE: acusa a la Guardia Civil, que tantos muertos puso, e indulta y se asocia con quienes entendieron y aplaudieron sus asesinatos. Dónde hemos llegado para que esta tropa considere más peligroso al capitán Bonilla que al matarife Txapote.

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