Cuando el arte se fusiona con la historia en el Teatro de Itálica: «La danza es el paradigma de la libertad»

Uno de los encuentros más relevantes en el calendario cultural nacional regresa con fuerza a Sevilla. El Festival Internacional de Danza de Itálica se desarrollará del 3 al 28 de junio, siendo la localización de la primera quincena el Cortijo de Cuarto; y la de la segunda quincena el monumental Teatro Romano de Itálica, joya arqueológica del patrimonio sevillano. Pero lo hará con varias novedades que trastocan el que hasta ahora había sido su tradicional devenir. En primer lugar, se desarrollará íntegramente durante el mes de junio.

«Hemos retocado un poco las fechas, lo que supone abandonar julio por tratarse de un mes muy caluroso», declara a El Debate su director, Pedro Chicharro.

Si bien el serial, que está organizado por la Diputación provincial, mantiene su dos sedes, se busca seguir potenciando el Cortijo de Cuarto para hacerlo más atractivo tanto a quienes allí actúen como se acerquen a presenciarlo. «Incluimos una actuación alternativa media hora antes del espectáculo principal donde habrá obras breves en un ambiente de interacción social. Es un estímulo más para esta sede, un espacio que se ha quedado dentro de una zona de crecimiento urbano que queremos que se convierta en todo un centro cultural. Una forma de que las personas lo conozcan y tengan una experiencia que sea ir más allá a ir a una actuación», resume Chicharro.

Su director reconoce en conversación con este medio que un festival de estas características «se empieza a confeccionar prácticamente desde que acaba la edición anterior».

«Para poder contar con compañías internacionales y tener estrenos absolutos hay que empezar mínimo un año de antelación, por lo que descansamos en verano y en otoño ya empezamos a contactar con los artistas, porque luego llega el momento de cerrar contratos y las empresas adjudicatarias. Hay mucho trabajo artístico, pero también de burocracia».

Y es que el festival apuesta por un carácter internacional y por abrirse a nuevas estéticas contemporáneas, lo que supone un desafío para sus organizadores: «La mayoría de las compañías que vienen no son estables, algunas de ellas, formadas por distintos bailarines, pueden compartirse con otros artistas en otras partes del mundo, lo que requiere una coordinación intensa. Luego está la parte que no se ve, montaje, iluminación, contratos… que supone la puesta en marcha de una enorme maquinaria».

Paradigma de la libertad

Preguntado por el recorrido del festival, en un contexto cultural minoritario a pesar de la apuesta decidida de la organización por hacerlo crecer en la medida de sus posibilidades, Chicharro reconoce que «dentro de las artes escénicas, es posible que la danza sea la menos difundida a pesar de ser el paradigma de la libertad. Muchas veces las personas desconocen qué es la danza contemporánea y hay que congratularse porque la Diputación haya encontrado en estos dos espacios la manera ideal de hacer difusión enfocada en la vanguardia y en los jóvenes», proclama.

Los objetivos, por tanto, están, un año más, claros: «Queremos que las personas conozcan la danza y se estimulen con ella. Para lograr una sociedad más cohesionada y con un espíritu más critico, hay que ofrecer una variedad de propuestas que no sean las más generalistas».

«Si queremos hablar de nuevos públicos tenemos que ir y acercarnos a esos públicos y provocarle emociones».

Para Chicharro, la oferta tiene todos los ingredientes para conseguirlo: «La danza tiene muchas posibilidades, desde lo clásico, a lo más conceptual. Este tipo de festivales promueve propuestas de otros países que acaban sorprendiendo al público por su nivel y temática. Contaremos con compañías que, de otra forma, no vendrían ya que sería inasumible».

Apasionado con lo que hace, el director del serial es un funcionario de la Diputación que, recuerda, «ha pasado por varios puestos», pero siempre «he llevado el arte» entre mis pasiones. «Estudié la licenciatura de Arte Dramático, lo que ha permitido llevarlo siempre dentro, aunque sean profesiones que no siempre permitan una estabilidad, pero nunca me desenganché de este mundo. Cuando hace unos años me llegó la oportunidad de ejercer este puesto, se puede decir que ahora combino trabajo con pasión. Lo que más disfruto es cuando el público se pone en pie y se emociona», concluye.