El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

Pro-israelíes, cara; pro-palestinos, cruz

«Sin Dios y sin patria, y muchas veces más bien contra Dios y contra su propia patria, intentan llenar su vacío espiritual con patrias sustitutivas»

Actualizada 04:30

Existen las guerras proxy, por delegación o subsidiarias, en las que dos rivales utilizan a ejércitos de otros lugares para enfrentarse indirectamente. En España, a falta de conflictos bélicos, estas batallas se trasladan a parajes lejanos en el plano dialéctico, aunque manteniendo el mismo fervor guerrero que si se empleasen armas de verdad. Lo acabamos de ver con el festival de Eurovisión, en el que unos y otros apoyaban a Israel o Palestina con una pasión y fogosidad que raras veces se les ve con respecto a España, salvo que hablemos de fútbol y la selección nacional. Y casi ni eso, pues siempre surgirán rencores madridistas o barcelonistas por encima. Para muchos compatriotas, en suma, donde verdaderamente se cuece todo no es en casa, sino en Oriente Medio, aunque otras veces pueda tratarse de Venezuela o Ucrania.

Y así, a un lado tenemos a los derechistas liberales:

Para el derechista liberal, en España debe imperar el orden, la civilización y la justicia; Israel sin embargo se puede atener no ya al «ojo por ojo y diente por diente» sino al «un millón de ojos por ojo y un millón de dientes por diente», dirigiéndose al paroxismo de la venganza.

El derechista liberal será anti-woke en España, pero woke en el caso de Israel, al considerarlo un garante de los derechos lgtbi ante el islam.

El derechista liberal será indiferente en España ante la religión, cuando no agnóstico, ateo o incluso beligerante contra la fe católica; sin embargo manifestará su admiración ante la cohesión religiosa del pueblo judío y sostendrá como válido el término «judeocristianismo».

El derechista liberal manifestará su adhesión a la constitución del 78 y, por ende, al estado de las autonomías en España, pero en el caso de Israel apoyará su indisoluble unidad pese a tratarse de un país artificial construido mediante el terrorismo y la sangre.

El derechista liberal será antirracista en España y se mostrará favorable a la inmigración masiva con la excusa de la legalidad, pero en el caso de Israel absorberá el concepto anti-semitismo, que dota de sello étnico y religioso a un grupo de personas.

El derechista liberal, en suma, apoya unas reglas para España, pero otras completamente distintas, casi las contrarias, para Israel.

Y al otro lado tenemos a los izquierdistas:

El izquierdista es anti-católico con beligerancia, al tomar como bueno el término «judeocristianismo», considerará que los israelíes están más próximos a la fe católica en cierto sentido, por ese motivo apoyará a Palestina y al islam.

El izquierdista es racista anti-blanco, de esta manera apoyará a los palestinos al considerarlos más lejanos racialmente que los españoles en comparación con los israelíes. Si los palestinos fueran blanquitos pelirrojos con pecas no los apoyarían en absoluto.

El izquierdista es exageradamente anti-español, por lo que apoya a aquello que en su fuero interno le resulta más dañino para su patria, por ejemplo por la posibilidad de atentados terroristas de carácter islamista o la apuesta por un estado palestino cuando quieren la disgregación para España.

El izquierdista apuesta por la superioridad moral mediante el sencillo apoyo de palabra a una población sojuzgada. Si los palestinos no estuviesen tan sometidos ningún izquierdista español los apoyaría.

El izquierdista, en suma, apoya unas reglas para España, pero otras completamente distintas, casi las contrarias, para Palestina.

¿Pero son los pro-israelíes y pro-palestinos españoles tan diferentes?

En realidad, si observamos con atención, ambos, en diversas intensidades, son anti-católicos, anti-españoles y anti-patriotas. Ambos han asimilado además la propaganda sionista como válida (el término judeocristianismo o la consideración de que Israel es un bastión de Occidente en Oriente Medio). Pero esa propaganda a la que se adhieren obedientemente, la adaptan a sus prejuicios, generando una aparente diferencia.

Y es que pro-israelíes y pro-palestinos son las dos caras de la misma moneda, un producto de décadas de educación contra España y la fe católica, lo que ha producido que millones de personas en nuestro país hayan realizado una apostasía general y sean apátridas en su interior. Sin Dios y sin patria, y muchas veces más bien contra Dios y contra su propia patria, intentan llenar su vacío espiritual con patrias sustitutivas. ¿Cuáles? Siempre aquellas que estén sostenidas por la propaganda más poderosa, por ejemplo Israel, Palestina, Venezuela, Ucrania o Cuba. Y la propaganda más potente y sólida, sin comparación, es la sionista, capaz de convertir en víctimas a los verdugos.

Pro-israelíes y pro-palestinos son actores en un teatro que no perciben o no quieren percibir, cuyo libreto se escribió bien lejos de casa.

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