
La España abandonada: La catedral de Justo
La «catedral de Justo», el sueño casi alcanzado de un solo hombre
Cada semana, Álex Navajas descubre los lugares más sorprendentes del país. Hoy viaja hasta Mejorada del Campo (Madrid), para conocer la colosal iglesia construida con materiales reciclados
Faltan los epítetos para describir el descomunal, anárquico, ecléctico y sorprendente templo que descuella sobre los tejados bajos de Mejorada del Campo (Madrid). Sencillamente, es único: con casi total seguridad no existe una edificación similar en todo el planeta. Se trata de la conocida como «catedral de Justo», que no es realmente una catedral, aunque es más grande que muchas de ellas. Es el sueño, largamente acariciado y casi alcanzado, de Justo Gallego, un joven granjero del pueblo que puso la primera piedra del templo en 1961.
En aquel entonces no había los controles de ahora, y nadie puso pegas a que Justo, el soñador, empezase a amontonar ladrillos, hierros oxidados, botes de pintura y hasta neumáticos viejos en una pequeña parcela alejada del pueblo. «Se le pasará rápido la idea», debieron de pensar algunos vecinos.
Justo había sido monje en Santa María de Huerta (Soria), pero tuvo que abandonar su vocación a los 36 años de edad por una tuberculosis. Enfermo, regresó a su pueblo, y le hizo una promesa a la Virgen: «Si me curas, te construiré una iglesia». Y así ocurrió. Justo recuperó la salud, y se puso manos a la obra. La idea original era edificar una pequeña ermita, pero pronto la desechó y se consagró a levantar una catedral.
No sabía nada de arquitectura
¿Cuántas veces escucharía que le llamaban «loco», «lunático» o «tarado», en medio de risitas y señalamientos? Pero Justo continuó adelante, con tesón, sin hacer caso de las habladurías. No tenía ni un plano. No tenía conocimientos de arquitectura ni de albañilería. Tampoco tenía dinero. Pero los obreros le iban dejando material que les sobraba de sus obras, y le aconsejaban sobre como construir. Y leía. Leía muchos libros sobre iglesias, castillos medievales, catedrales.
Unos años más tarde, «la catedral de Justo» fue tomando forma. Emergieron las torres, los arcos, las columnas, las bóvedas, y hasta la colosal cúpula. A la vez, empezaron a dejarse ver los curiosos que venían de cada vez más lejos para visitar «la catedral que está haciendo un hombre solo con materiales reciclados en un pueblo de Madrid». No existían aún las redes sociales, pero el boca-oreja funcionaba de maravilla, y los medios de comunicación empezaron a hacerse eco de «la catedral de Justo».
El año 2005 fue el de su consagración mundial. Una conocida marca de refrescos grabó un anuncio que se emitió en todo el planeta, y la obra de Justo traspasó todas las fronteras. Hasta el New York Times le dedicó un reportaje exhaustivo. Justo falleció en 2021, legando su catedral a Mensajeros de la Paz, que es quien la gestiona en la actualidad.