
El verano es una ocasión de recuperar el tiempo para la familia
Una psicóloga revela todo lo que tienes que hacer (y evitar) este verano para unas vacaciones felices
La experta en terapia familiar Diana Jiménez explica a El Debate que «las vacaciones son una oportunidad única de reconexión emocional» y señala las pistas a seguir, y los errores a esquivar, para lograrlo
Uno de los grandes problemas que tienen las familias a lo largo del año es la falta de tiempo juntos. Ahora que llegan las vacaciones de verano, por el contrario, hay más momentos para convivir. Y sin embargo, entrar en el verano arrastrando las inercias del curso, y sin aprovechar la posibilidad de restaurar esas carencias de tiempo, puede hacer que, al final de las semanas de descanso, los conflictos, el estrés y la falta de comunicación no sólo no se hayan reducido, sino que se hayan incrementado, aderezados por el calor estival y el desbarajuste logístico.
Como explica para El Debate la psicóloga Diana Jiménez, «durante el año escolar, vivimos a contrarreloj: colegio, trabajo, extraescolares, deberes, cenas rápidas, baños y a la cama. Todo sucede deprisa, y aunque estemos físicamente juntos, muchas veces estamos emocionalmente ausentes».
Por ese motivo, «las vacaciones son una oportunidad única de reconexión emocional. Desde el punto de vista psicoafectivo, el tiempo compartido (el de calidad y también el de cantidad) nutre el vínculo entre padres e hijos, y entre los miembros de la familia. Es como regar una planta que ha estado semanas sobreviviendo con lo justo», indica.
Bueno para niños y adultos
Esta experta en inteligencia emocional y en terapia de intervención familiar explica que «para los niños y adolescentes, compartir tiempo sin prisas con sus figuras de apego es profundamente reparador. Les ayuda a sentirse vistos y escuchados; a mejorar su autoestima y a desarrollar un sentido de pertenencia».
Y para los adultos, también es esencial aprovechar el verano para «recuperar la mirada sobre los hijos, redescubrirse como pareja, y volver a conectar con lo que de verdad importa», indica Jiménez.
Y propone una imagen muy gráfica: «Piensa en una familia como una orquesta. Durante el curso, cada instrumento toca por separado, con partituras distintas. En verano, por fin podemos ensayar juntos. Y si nos lo proponemos, puede sonar una melodía maravillosa».
Cuatro recomendaciones útiles
Pero entonces, ¿Cuáles son las mejores acciones que deberíamos llevar a cabo para aprovechar el verano para fortalecer la familia? Diana Jiménez propone cuatro:
- Planificar actividades conjuntas: «No hace falta que sea un gran viaje. Paseos por el campo, tardes de juegos de mesa, cocinar una receta juntos o ver una película en familia. Lo importante es la conexión, no el plan».
- Crear rituales: «Por ejemplo, los desayunos tranquilos todos juntos, el 'viernes de noche especial', o hacer reuniones familiares una vez a la semana».
- Exclusividad: «Dedicar tiempo exclusivo a cada hijo».
- Hacer balance juntos: «Aprovechar una noche de verano para recordar momentos del año, hablar de lo que hemos aprendido y pensar qué queremos hacer diferente».
Cinco trucos para la familia
Además, Diana Jiménez, que tiene cientos de miles de seguidores en sus redes sociales como experta en disciplina positiva, revela algunos de los «trucos» que funcionan especialmente bien para favorecer el buen ambiente familiar en verano:
- Horarios más flexibles, pero no inexistentes: «Mantener cierta rutina (aunque más relajada) da seguridad, especialmente a los más pequeños. Por ejemplo, conservar horas de sueño razonables o rutinas de comidas ayuda a mantener el equilibrio emocional».
- Reparto de tareas familiares: «Los niños y adolescentes también pueden colaborar. No se trata de convertir el verano en una lista de deberes, sino de fomentar la cooperación. Cuando todos ayudamos, todos descansamos».
- Desconexión digital: «Establecer espacios y momentos libres de pantallas favorece la interacción real. Por ejemplo, dejar los móviles fuera de las comidas o pactar un día sin pantallas».
- Espacios individuales para todos: «Cada miembro necesita también momentos de soledad o de hacer lo que le apetece. El bienestar colectivo también pasa por respetar las necesidades individuales».
- Celebrar juntos los logros: «Una pequeña costumbre como decir 'tres cosas buenas que han pasado hoy' antes de dormir crea un ambiente emocionalmente positivo (o las reuniones familiares en las que incorporar esta costumbre)».
Lo que conviene evitar
También apunta Diana Jiménez algunas cuestiones que deberíamos evitar a lo largo del verano. En primer lugar, «las expectativas rígidas: querer que todo salga perfecto, que los niños estén siempre de buen humor o que los planes se cumplan al pie de la letra puede generar frustración. La flexibilidad es una gran aliada».
En segundo lugar, Diana Jiménez propone evitar «el exceso de control: llenar el día de actividades sin dejar espacio al aburrimiento o al juego libre impide el descanso emocional».
También sugiere descartar «las comparaciones: con otros niños, otras familias o incluso entre hermanos. Cada persona, cada familia y cada verano es único». Y por último, recuerda que no debemos «olvidar el autocuidado: si papá o mamá no descansan, se agotan. Y un adulto agotado se desconecta emocionalmente. Por eso, también es importante cuidar los momentos de pareja, de ocio personal y de silencio».
Como un viaje en coche
Y remarca una metáfora útil, que en estas fechas resulta especialmente familiar para –valga la redundancia– las familias: «En un viaje largo en coche, no sólo importa el destino, sino también cómo viajamos. Si el trayecto es con buena música, conversaciones agradables y paradas para descansar, el recuerdo será feliz. Así debería ser el verano en familia: una travesía compartida, no una carrera».