
Una pareja discutiendo
Estas son las cinco frases que nunca deberías decirle a tu pareja
Los terapeutas familiares han detectado las expresiones cotidianas que más dañan el vínculo matrimonial y cómo sustituirlas por otras más positivas
Pocas veces las palabras son inocuas. Y, sobre todo en el matrimonio, aquello que decimos en el día a día tiene mucho más poder del que a priori parece para construir o destruir el amor sobre el que se sostiene la familia. Así como hay frases que refuerzan los vínculos, también las hay capaces de erosionarlos hasta sus cimientos. Una afirmación, evidente en la experiencia de cualquier hogar, que tiene también un respaldo científico, pues diversos estudios y análisis de expertos han detectado cuáles son las cinco frases que más pueden herir la confianza y el vínculo con el cónyuge.
1. «Siempre haces lo mismo»
Aunque pueda parecer de poca importancia, esta frase generaliza y cierra la puerta al diálogo. Según John Gottman, psicólogo y autor del libro Los siete principios para hacer que el matrimonio funcione, las generalizaciones tienden a generar defensas y distanciar a las parejas. En lugar de señalar patrones, es más efectivo hablar de cómo nos sentimos en una situación específica, y buscar la solución sin concentrarse tanto en la responsabilidad del problema.
2. «No me importa»
Cuando tu cónyuge te está contando algo, esta respuesta transmite indiferencia y distancia, dos de las actitudes más dañinas en el matrimonio, según un estudio de la Universidad de California en Berkeley sobre emociones destructivas. La investigación señala que la falta de interés o la apatía hacia los problemas e intereses del otro es una de las mayores señales de alerta en las relaciones.
3. «Lo que tienes que hacer es...»
Un consejo esporádico es normal, útil y necesario. Pero la imposición reiterada de deberes o el tono autoritario suele generar resistencia y distanciamiento. En un matrimonio, ninguno de los cónyuges debería adoptar el papel de padre o madre del otro. Según explica la terapeuta matrimonial Laura Heck, experta en el método de intervención conyugal instituido por Jonh Gottman, las sugerencias que parecen órdenes constantes minan el respeto en la relación y quiebran el amor. En su lugar, sugiere preguntar: «¿Qué opinas si hacemos esto juntos?».
4. «Mi madre/padre tenía razón»
Como explica Gottman, involucrar a terceros en una discusión conyugal puede intensificar los conflictos en lugar de resolverlos. Y priorizar la opinión de la familia de origen sobre la de tu pareja, o comparar de forma despectiva el hogar que habéis construido juntos con el que formaron tus padres o tus suegros, socava la unidad en el matrimonio, traslada a tu pareja una responsabilidad que también es tuya, y transmite un mensaje de insatisfacción que embarra el horizonte matrimonial.
5. «Estoy bien» (cuando no lo estás)
Ocultar emociones o fingir que todo va bien puede parecer una forma de evitar disgustos o reducir conflictos, pero a largo plazo genera resentimientos y sólo pospone, no evita, que surjan los problemas. Según explica en Psychology Today el doctor David Ludden, profesor de Psicología en el Georgia Gwinnett College, la honestidad emocional permite la auténtica resolución de los problemas y fortalece la intimidad, mientras que el silencio emocional genera desconexión, abre una distancia por la que pueden entrar terceras personas, y enquista los conflictos sin resolverlos.
Como recuerda el divulgador familiar Fernando Alberca en su popular obra La pareja que funciona, la comunicación constante, fluida, sincera y respetuosa tienen un peso enorme en el éxito de una relación matrimonial.
Por ese motivo, evitar estas frases y optar por un lenguaje más cariñoso y constructivo no sólo fortalece la relación, sino que también refuerza la confianza y el amor mutuo, que termina por irradiarse a los hijos. Cambiar la forma en la que nos hablamos en el día a día puede ser el primer paso para restaurar heridas y construir un matrimonio sólido y feliz.