
M. leprae, uno de los agentes causantes de la lepra: como bacteria acidorresistente, M. leprae aparece roja cuando se utiliza una tinción de Ziehl-Neelsen
Científicos confirmar que la lepra no llegó a América con los europeos
El análisis revela que esta enfermedad circulaba en en el continente al menos mil años de la llegada de los conquistadores
Durante años, se pensaba que la lepra, una enfermedad extranjera, había sido traída a América por los conquistadores europeos; sin embargo, ahora un estudio publicado en Science confirma que esta enfermedad ya circulaba, silenciosamente, por los cuerpos de pueblos originarios hace más de un milenio antes de la llegada de los europeos. Y no solo eso, sino que lo hacía en una forma que era desconocida para la ciencia moderna.
El estudio, realizado por un equipo internacional de más de 40 científicos y en estrecha colaboración con comunidades de América del Norte y del Sur, ha desvelado que la Mycobacterium lepromatosis, una de las dos bacterias conocidas responsables de la lepra, ya circulaba por el continente, en rincones como Canadá y Argentina, mucho antes del contacto con Europa.
El no haber encontrado señales de esta enfermedad en restos óseos precolombinos, reforzaba la creencia de que la lepra había sido ajena al continente antes del siglo XVI, pero en 2018 se encontró a un individuo de la costa norte de la actual Columbia Británica que portaba, en su ADN, el rastro de la Mycobacterium lepromatosis.
En busca de más pruebas, los investigadores analizaron casi 800 muestras utilizando tecnología de ADN antiguo tanto de restos humanos precolombinos como de pacientes contemporáneos para rastrear la historia genética de este patógeno. Los resultados dieron un giro inesperado a la narrativa.
Tras analizar genéticamente restos humanos procedentes de sitios arqueológicos en el norte de Canadá y el sur de Argentina, los expertos descubrieron que los genomas bacterianos eran sorprendentemente similares a pesar de la distancia de más de 10.000 kilómetros entre ambas zonas.
Lo que sugiere que la enfermedad se propagó en apenas unos pocos siglos a largo y ancho del continente. Por lo tanto, esto cuestiona la visión clásica de unas sociedades precolombinas aisladas entre sí y sin grandes redes de contacto. Gracias a modelos de evolución genética, los investigadores estimaron que esta cepa emergió hace unos 9.000 años en algún lugar de América, habiéndose separado de su pariente más conocido, M. leprae, hace más de un millón de años.
«Una de las principales dificultades para estudiar los agentes de la lepra es que los patógenos no pueden cultivarse en el laboratorio. A lo largo de los años, hemos desarrollado métodos para capturar una pequeña cantidad de ADN directamente de muestras clínicas y restos antiguos», explica la doctora Charlotte Avanzi, de la Universidad Estatal de Colorado en Estados Unidos y una de las autoras del estudio.
«Apenas estamos comenzando a descubrir la diversidad y los movimientos globales de este patógeno recientemente identificado. El estudio nos permite plantear la hipótesis de que podría haber reservorios animales desconocidos», señala el investigador argentino, Nicolás Rascovan, supervisor y coautor del estudio, director de la Unidad de Paleogenómica Microbiana del Instituto Pasteur en París, y conocido por haber descubierto en 2018 el caso más antiguo conocido de peste, según destaca un comunicado del Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).