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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Nos funden los plomos y «no pasa na»

En lugar de exigir la dimisión de un Gobierno torpe y mentiroso y la marcha de la presidenta de Red Eléctrica, aplaudimos cuando volvió la luz y a otra cosa

Actualizada 12:46

Seis muertos (o más). Pérdidas económicas inmensas, que ni se han cuantificado. La población totalmente desconcertada y desinformada, con vecinos caminando por los arcenes durante horas para intentar volver a sus casas y otros atrapados en sus ascensores. Los enfermos que viven solos horriblemente angustiados. Las familias que se encontraban separadas eran incapaces de comunicarse, debido a la pronta caída de los datos móviles (tema que merecería una dura crítica que no se está haciendo). España paralizada durante doce horas por un corte de luz, como si fuese Cuba o Haití.

La incompetencia de nuestras autoridades, pues Red Eléctrica es una compañía semipública con una apparatchik del PSOE al frente, provocó el apagón de toda la Península Ibérica, ofreciendo ante el mundo una penosa imagen tercermundista. El Gobierno, sobrepasado e incompetente, desaparecido durante más de seis horas, buscó presto un enemigo exterior para lavarse las manos.

Sánchez se negó, como siempre, a declarar la emergencia nacional y tomar el mando ante una crisis excepcional, pues más que como un gobernante actúa como un comentarista. Su auténtica prioridad era buscar un chivo expiatorio y culpó rápidamente a las malévolas eléctricas. Mintió al descartar de plano el papel de las renovables en el apagón y al asegurar que las nucleares «son un problema». Incluso llegó a ponerse en contacto con la OTAN para avivar el bulo de un ciberataque. Por supuesto no llamó a la oposición para ofrecerle información y todavía no ha pasado por el Parlamento para dar las pertinentes explicaciones.

Todos los especialistas, sin excepción, concuerdan en que el apagón guarda relación con una cerril transición energética, que aceleró muchísimo con las renovables sin garantizar antes las salvaguardas para mantener la inercia del flujo eléctrico y evitar lo que ha ocurrido. Todos los expertos han recordado que las formas de generación tradicionales sí logran mantener esa inercia y evitar colapsos. ¿Y qué pasa con Teresa Ribera, la cerebro que aceleró la mutación del mix energético por obcecación ideológica sin prever los riesgos? Pues que está premiada en Bruselas trincando 34.000 euros al mes.

¿Y qué dice su sucesora, la altiva piji-socialista Sara Aagesen? Pues nos riñe muy enfurruñada desde los medios sanchistas. Contra toda evidencia sostiene que señalar a las renovables por el apagón, que ella designa con el eufemismo orwelliano de «incidente cero», es «irresponsable y simplista». Es decir, no solo no reconoce la verdad, sino que encima insulta a los que la están poniendo encima de la mesa. Además, insiste en que «sigue abierta la hipótesis de un ciberataque». De propina, suelta uno de esos eslóganes vacuos y un poco bobalicones que tanto gustan al régimen: «España será verde o no será», repite como un papagayo, en un momento en que media Europa se está planteando pausar esa ruta por sus evidentes daños económicos.

Beatriz Corredor, una registradora que pasó de presidir la Fundación Pablo Iglesias del PSOE a hacer lo propio en Red Eléctrica con un sueldazo medio kilo al año, una señora que celebraba en Ferraz las victorias socialistas junto a Ábalos, Tezanos y Bego, se aferra a su opíparo cargo cuando ya debería estar fuera. En los dos últimos meses, su compañía fue doblemente avisada del riesgo de apagones, por una auditoría de Ernst & Young y por la Red Europea de Gestores de Redes. Pero Red Eléctrica lo negó de plano e incluso emitió un contundente tuit el pasado 9 de abril remarcando que «no existe riesgo de apagón».

Por último, la hemeroteca muestra reiteradas y contundentes declaraciones de Sánchez y Contador tachando de «bulos» las advertencias sobre apagones y garantizando que jamás ocurrían.

¿Y qué ha pasado tras todo este recital de amateurismo y mentiras? «Na, no pasa na». El Gobierno, en la tomadura de pelo final, incluso alardea de lo bien que ha respondido el sistema. No ha existido una queja sonora del pastueño pueblo español. Incluso hubo peña que en el día del oprobio lo pasó de pinga disfrutando de una tarde de cañitas y que cuando volvió la luz aplaudió como si estuviesen celebrando una final de la Champions. Por su parte, la oposición es incapaz de poner en la picota a un Gobierno que le funde los plomos a España, que chapotea en la corrupción, que es mangoneado por el separatismo y que lleva dos años sin presupuestos y sin visos de aprobarlos.

¿Qué más tiene que pasar para que pase algo? Misterio.

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