
Cerveza
Alimentación
¿Es la cerveza sin alcohol «sana»?
Un nuevo estudio vincula esta bebida con un mayor riesgo de diabetes
Los amantes de la cerveza que deciden reducir el consumo de alcohol, ya sea por motivos de salud o para poder coger el coche después de una reunión de amigos, optan cada vez más por consumir cerveza sin alcohol. De hecho, España es el país líder de Europa tanto en producción como en consumo de este tipo de cerveza. Representa el 25 % de toda la cerveza sin alcohol que se consume en el continente, lo que muestra el fuerte liderazgo de nuestro país en este segmento.
Según el Informe Socioeconómico del Sector de la Cerveza en España en 2024, el pasado año esta variedad representó el 14 % del total de cerveza comercializada en España y el 16 % del consumo dentro del hogar. Pero, ¿es la cerveza sin alcohol tan sana como creemos?
Los efectos de la cerveza sin alcohol en nuestro organismo
El artículo Non-Alcoholic Beer Influences Glucose and Lipid Metabolism and Changes Body Composition in Healthy, Young, Male Adults, publicado el pasado mes de mayo en la revista Nutrients, ha abordado los efectos metabólicos, sobre la composición corporal, función hepática y microbiota intestinal del consumo diario de 660 mililitros de diferentes tipos de cerveza sin alcohol en comparación con agua, durante 4 semanas en 44 hombres jóvenes sanos. El objetivo: evaluar su impacto en la salud.
Se observó que las cervezas de trigo y mixta provocaron un aumento en parámetros relacionados con la resistencia a la insulina, como la glucosa en ayunas, insulina y triglicéridos. Por el contrario, quienes consumieron pilsener sin alcohol o agua mostraron una ligera mejora en su perfil lipídico, con una reducción del colesterol total y LDL, sin alterar significativamente los niveles de glucosa. Estos hallazgos apuntan a que no todas las cervezas sin alcohol son iguales desde el punto de vista metabólico.
A nivel hepático, el estudio midió biomarcadores como M30 (relacionado con el daño celular en el hígado) y las enzimas ALT y AST. El consumo de agua y pilsener redujo el marcador M30, sugiriendo un posible efecto protector. Curiosamente, el grupo que tomó cerveza mixta mostró una disminución en las enzimas ALT y AST, aunque también presentó indicadores de peor estado nutricional, como un aumento en la relación entre masa extracelular y masa celular.
Finalmente, en la microbiota intestinal también se detectaron cambios. La cerveza pilsener redujo la diversidad bacteriana, pero aumentó la presencia de bacterias beneficiosas como Bifidobacterium. Por otro lado, el agua y la cerveza de trigo redujeron Bacteroidota, un grupo bacteriano clave en la digestión y salud metabólica.
Por tanto, aunque las cervezas sin alcohol se perciben como saludables, su impacto depende del tipo y de su contenido calórico y de azúcares, siendo la pilsener la que mostró efectos menos perjudiciales, aunque no necesariamente beneficiosos comparados con el agua.