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Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, en Cannes

Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, en CannesGTRES

Cine

La película de Jennifer Lawrence y Robert Pattinson decepciona en Cannes

Los dos protagonizan el filme Die My Love, una de las tres decepciones de la jornada en el Festival de Cannes

Tres filmes a concurso, llegados de casi todos los rincones del planeta, decepcionaron en esta jornada del 78º Festival Internacional de Cine de Cannes con el norteamericano Die my Love de la escocesa Lynne Ramsay, sobre una novela de la escritora argentina Ariana Harwicz, el francés Nouvelle Vague del norteamericano Richard Linklater y el japonés Renoir de Chie Hayakama.

Ramsay, quien desde 1996 con su primer filme de estudio ha presentado casi toda su obra en el festival de Cannes, consiguiendo premios de todos los colores, decepciona con esta historia de una mujer, víctima de esa depresión postparto que puede llevar a extremas y trágicas consecuencias.

Pero también lo hace este filme, inspirado en un best seller mundial, adaptado por un trío de guionistas, formado por Alice Birch, Enda Walsh y la misma directora, que dejan rienda suelta a una pareja de intérpretes como Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, que nunca se niegan el placer de sobreactuar a sus anchas, para mejor escudarse en su indiscutible rol de productores ejecutivos.

Die My Love sigue paso a paso a la protagonista que pasa de una relación feliz a un embarazo sin problemas y finalmente a una depresión que la llevará a altibajos.

Duele asistir a la proyección de este quinto largometraje de esta directora de 56 años que nos había encantado precedentemente en Cannes con filmes como We Need to Talk About Harry de 2011 o A Beautiful Day, que le valió un premio a la interpretación a Joaquin Phoenix, convertido en simple vehículo de lucimiento para dos actores que necesitan ser controlados.

Linklater, 64 años, es uno de los directores más prolíficos de la actualidad en Estados Unidos. En esta ocasión se recompensa a sí mismo con un homenaje a uno de sus filmes preferidos, A bout de souffle de Jean-Luc Godard, rememorando su filmación casi como un documental, prolongando la ilusión con el formato académico de 1.37, rodado en París en francés en blanco y negro y con actores locales a los que no se les pide otra cosa que parecerse, aunque sea lejanamente, a gente como Godard, François Truffaut, Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo.

Nada es inventado en el filme. Cada diálogo, cada frase, cada situación, está sacada de textos escritos o pasados de boca en boca y son parte de la leyenda del cine, como lo es Al final de la escapada que cambió el lenguaje y los modos de producción del séptimo arte en todo el mundo.

Pero si el homenaje es el motivo principal del filme, ¿qué interés puede tener para el público de menos de 50 años que no sea cinéfilo?

Eso no quita que para los memoriosos, Nouvelle Vague sea un emocionante recuerdo de una de las épocas más importantes de la historia del cine.

También la japonesa Chie Hayakawa es una abonada del festival de Cannes, con sus 50 años y su escasa filmografía, compuesta por su filme de estudio, Niágara, de 2014, seleccionada por la sección dedicada a estudiantes del cine, la Cinéfondation, y su debut en el largo, «Plan 75», que en 2022 le valió una mención de la Cámara de Oro que premia a la mejor opera prima de todo el festival.

Su segundo largo, Renoir, homenaje de soslayo tanto al talento pictórico del impresionista Auguste como al cinematográfico de su hijo Jean, se concentra en la vida de una niña de 14 años que asiste a los últimos meses de vida de su padre y a la devastación psicológica que genera en su madre, refugiándose en su imaginación y en su poder de transportarla en palabras en relatos en los que se imagina tanto huérfana como feliz al lado de sus padres vivos.

Una historia tenue y a veces repetitiva que no dan un gran peso a la progresión dramática y resta interés a esta película que hubiera encontrado mejor colocación en Cannes en una reseña menor.

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