Cerdán, de Milagro al milagro

Nació hace 56 años en Milagro, un pueblo de la Ribera de Navarra de 3.600 almas, y su vida ha sido otro. Ha pasado de una FP y un curro de técnico de mantenimiento eléctrico a concejal en su pueblo, diputado foral y, finalmente, número tres del PSOE. No se le conocen mayores habilidades, más allá de una cierta autoridad maniobrera para la fontanería interna. Pero ahí lo tienen, encaramado en lo alto de la cúpula del partido que más tiempo nos ha gobernado. Ejerce incluso de embajador volante en Waterloo para la venta a plazos de España en el mostrador del fugitivo.

¿Cómo ha progresado tanto un personaje del nivelazo de Santos Cerdán? La respuesta es sencilla. En 2017 se unió con su amigote Koldo -ex cortador de troncos y ex portero de un lupanar-, y con el vitalista José Luis Paradores, al grupito que apoyó a Sánchez en su operación retorno. El líder se mostró agradecido. Tras recuperar su poltrona de Ferraz, elevó a Cerdán a diputado nacional en 2019. Al año siguiente incluso lo nombró presidente de la Fundación Pablo Iglesias (un audaz oxímoron, pues en teoría se trata de un centro de pensamiento). Por ese cargo han pasado también el manipulador oficial del Reino (Tezanos) o la apagadora en jefe (Beatriz Corredor).

Cerdán nunca gastó buena fama en los mentideros. Pero ahora los cotorreos empiezan a convertirse en hechos. A la espera de que se conozca el contenido del famoso informe de la UCO sobre él, una información de Alejandro Entrambasaguas adelanta hoy aquí que la Guardia Civil lo investiga por una posible mordida en el desdoblamiento del túnel de Belate, en el Norte de Navarra. Lo que sospechan los investigadores es todo un clásico del choriceo político universal: a cambio de una comisión para su bolsillo, Cerdán habría colado a una empresa amiga en la UTE que hizo la obra.

No es su único frente. Está también por aclarar su aumento de ingresos en las fechas en que Aldama declaró que le había entregado un sobre con dinero a través de Koldo.

Cerdán, que antes de la aparición de Aldama en escena declaraba tener 9.758 euros en el banco, pasó de repente a rehabilitar su casa de su pueblo y a comprarse un Volvo tocho de unos 60.000 euros, del que abonó el 70% en mano. Todo esto se ha publicado aquí sin que el protagonista haya ofrecido aclaración alguna cuando fue interpelado al respecto por el periódico.

El enroque de Sánchez en el poder atiende hoy a razones que van más más allá de su acreditada egolatría. Se ha convertido en una necesidad. Tras su fachada altiva, la corrupción le está causando un enorme agobio, que sería todavía mayor si no gozase del escudo del poder, que utiliza como un ariete con el que intenta acogotar a jueces, prensa y oposición.

Sánchez tomó el poder con 84 escaños escandalizándose por la corrupción del PP -que la había- y prometiendo una limpieza a fondo. Hoy tiene en el banquillo a la dinámica emprendedora con la que comparte tálamo, al virtuoso de la batuta, al filtrador togado, al promotor de Jéssica y probablemente muy pronto también al actual número 3 del PSOE. Lo nunca visto. Menos mal que vinieron para regenerar la vida pública… porque si no llega a ser así acaban haciendo un butrón en el Banco de España.

«La corrupción merma la fe en la vigencia del Estado de Derecho cuando campa a sus anchas o no hay una respuesta política acorde a la entidad del daño que se ocasiona. ¿Va a dimitir, o va a continuar aferrado al cargo debilitando la democracia y debilitando y devaluando la calidad institucional de la presidencia del Gobierno?».

Estupenda reflexión y atinada pregunta. Son de Pedro Sánchez desde la tribuna del Congreso, en mayo de 2018. ¡Vaya bromazo!

Pero da igual. Los españoles de izquierdas aceptan lo que sea con tal de que no gobierne la derecha, y los de derechas están muy ocupados diseccionando al milímetro las imperfecciones de Feijóo (para deleite de Sánchez).