Van Morrison cabrea al público de Madrid pese a ofrecer un concierto portentoso
El nordirlandés Van Morrison abrió las Noches del Botánico en Madrid con un concierto inolvidable donde el cantante demostró que sigue siendo «el león de Belfast» pese a decepcionar a parte del público

El cantante y compositor nordirlandés Van Morrison, durante el concierto de Las Noches del Botánico
La escena final del concierto de Van Morrison de la noche del miércoles con el que se abría el festival de las Noches del Botánico 2025 en Madrid es un buen resumen de la velada.
Una mujer con evidentes signos de enfado se acercó al escenario, de donde ya se había retirado el artista de Belfast y sus músicos, y tras increpar a los técnicos arrojó sobre ellos un vaso vacío de cartón. Acto seguido les gritó en un macarrónico inglés: «Brown eyed girl is the only song!».
Había malestar entre gran parte del público (no todos) que asistió al concierto del «león de Belfast», un concierto que prometía mucho, que ciertamente fue portentoso, pero que dejó un sabor de boca un tanto agrio por los desplantes de Morrison y por su negativa a cantar sus dos temas más reconocibles: Brow eyed girl y Moondance.
Sin embargo, lo que más enfadó al público fue su absoluta falta de complicidad. Van Morrison no es precisamente un tipo simpático, ni gracioso. Es más bien una persona hosca, y hace gala de ello.
Marcharse de repente del escenario sin despedirse del público y dar por concluida la función en un momento de paroxismo que hacía prever un final épico, tampoco ayudó.
En cualquier caso, nadie espera de Van Morrison que sea simpático, y quien se decepcione por ello tampoco sabe dónde se ha metido.
Una experiencia extrasensorial
Relataba Van Morrison en una entrevista a Rolling Stone en 1972 que era propenso a psicodélicas experiencias extrasensoriales. Describía cómo en cierta ocasión en que estaba tumbado en la cama sintió como si saliera de su cuerpo y flotara por encima de la estancia contemplándose a sí mismo tumbado en el catre.
Lo que sucedió esta noche en la Ciudad Universitaria de Madrid (cabreos aparte) se parece mucho a una experiencia extrasensorial, donde el blues, el jazz, el rock, el rythm & blues y todo el repertorio de poderío musical de Van Morrison hizo tambalear a los asistentes.
Las Noches del Botánico se ha convertido, con merecida justicia, en uno de los festivales de referencia del verano en España.
Su formato más íntimo, lejos de las masificaciones de otros festivales veraniegos, lo convierten en una opción más para puritanos de la música que para postadolescentes deseosos de hacerse unos cuantos selfies con los que construir la ficción de que han participado en un pseudo Woodstock que nunca han vivido.
En ese sentido, nadie mejor que Van Morrison para arrancar unas Noches del Botánico cuyo pistoletazo de salida trae a Madrid aires estivales.
Embutido en su traje de azul impecable, ligeramente grande, oculto detrás de unas gafas de sol de espejo y con su ya clásico sombrero que le da un aire a mafioso italoamericano de los años 30, arrancó Van Morrison con Don’t changes.
Siguió con Cutting corners (uno de los sencillos de su último álbum, Remembering now) y, a partir de ahí, el concierto fue una sucesión de virguerías de los músicos que acompañaron al de Belfast (quienes han llevado el verdadero peso del concierto y que se metieron rápidamente al público en el bolsillo) y de la voz poderosa de Van Morrison.
Logró desatar el paroxismo entre el público con uno de sus grandes éxitos, Days like this, la canción por la paz en Belfast que hizo saltar manos arriba al público del Botánico.
Real real gone, Wanna make love to you, Cold cold heart, Wild night (otro de los temas más celebrados) y llegó el turno a Gloria, ese gran clásico que versionaron en su día los Doors de otro Morrison, Jim.
El «león de Belfast» y el «rey lagarto» cantaron juntos esta canción en un mítico y desquiciado concierto en el Whisky a Go Go de Los Ángeles en 1966, y su melodía, flotando en el aire de Madrid, tenía acento a homenaje a su malogrado hermano de psicodelia de cuya banda se cumple este 2025 el 60 aniversario de su formación.
Nadie esperaba que Gloria fuera el cierre del concierto y, sin embargo, así fue. Lo lógico sería haber terminado con Moondance y Brow eyed girl pero a mitad de canción el león hizo mutis por el foro y ahí dejó a músicos y público plantados.
Los músicos resolvieron de forma estupenda, con una auténtica exhibición de virtuosismo musical que incluyó hasta un connato de pasodoble a cargo del trompetista que arrancó un sonoro «¡ole!» de los asistentes. Y de repente, se acabó. La gente se cabreó, la señora se puso a gritar a los técnicos y todo el mundo fuera.
Van Morrison es de esos músicos acostumbrados a sentar cátedra con pleno derecho. Es una estrella total, un divo del rock cuyo nombre brilla con letras doradas en el Salón de la Fama, y que es capaz de atronar con su poderosa voz, emocionar con el rugido del saxofón y demostrar que nunca ha dejado de ser un cantante folk con la guitarra.
Las Noches del Botánico abrieron sus puertas en una velada con sabor a copazo de whisky y fue el gran Van Morrison el encargado de abrirlas de un patadón de carácter. Pasen y disfruten: queda inaugurado el verano madrileño.