Marisa de Toro

La grave amenaza de las renovables para el olivar de Jaén

La actitud de unos y otros lleva a pensar que la Administración pública se ha puesto al servicio de estas empresas y no del bien común

Actualizada 04:30

Olivar de montaña en Jaén

Olivar de montaña en JaénEuropa Press

Cuando P. levantó el teléfono y, sin identificar el número que le llamaba, contestó educado, se encontró con el empleado de una gran empresa de energías renovables. Desde allí, estaban muy interesados en instalar placas fotovoltaicas en su finca. El proyecto ya había sido declarado de utilidad pública por la Junta de Andalucía de Moreno Bonilla; razón por la que P. había recibido hacía poco el expediente de expropiación de su tierra. Ahora, la empresa le llamaba para ofrecerle un ventajoso contrato de arrendamiento de su tierra durante varios años. Y le animaba a darse prisa y decidirse cuanto antes.

P. es uno solo de los cientos de afectados por los veinticinco proyectos de instalación de plantas fotovoltaicas previstos en la comarca Campiña Norte de Jaén. Provincia que, si es famosa, incluso fuera de España, lo es por su aceite de oliva, apreciadísimo producto que proviene de los centenares y centenarios olivos plantados por toda la tierra jiennense. Pues bien: esos mismos olivos son los que hoy están siendo arrancados para instalar, en su lugar, paneles solares que producen energía renovable. Según la «Plataforma Campiña Norte STOP megaplantas solares», se trata de unos 100.000 árboles.

Todo ello cuenta, por supuesto, con la bendición de la Junta de Andalucía, que preside el «popular» Moreno Bonilla. Bajo su primer mandato, en 2021, el Parlamento andaluz aprobó la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía, la LISTA, que facilita la instalación de parques de energía renovable en suelo rústico –mucho más barato– en lugar de hacerlo en suelo industrial.

Casualmente, la todopoderosa Diputación Provincial de Jaén, después de años de estudios, promoción y publicidad para declarar el olivar jiennense Patrimonio Mundial de la Unesco, renunció en abril de 2024 a seguir adelante con estos trámites. La entidad local, presidida por el socialista Francisco Reyes, alegó las dudas de algunos propietarios de la Campiña Norte que temían perder sus olivos con la excusa de la distinción. Justo lo que está ocurriendo ahora en nombre de la industria de las renovables. Estas empresas, por cierto, habrían encontrado un obstáculo insalvable para sacar adelante sus proyectos en suelo agrícola si la Unesco hubiera declarado el mar de olivos como paisaje protegido. Pero, ahora, curiosamente, la Diputación calla y otorga.

No es lo mismo para una familia poseer una parcela cultivada, con olivos que cada año dan una cosecha de aceituna, más modesta o más generosa, que percibir una renta por un suelo sin producción agrícola alguna

Y los ayuntamientos afectados, salvo, en los últimos meses, el de Lopera, ponen alfombra roja a las empresas que pretenden arrancar olivos para instalar sus plantas de energía renovable. Según miembros de la Plataforma Campiña Norte, el alcalde de Marmolejo ha llegado incluso a poner a disposición de Greenalia, la compañía interesada, un local para facilitarle todos los trámites y gestiones que necesite. La actitud de unos y otros lleva a pensar que la Administración pública se ha puesto al servicio de estas empresas y no del bien común.

Y es que, solo en tres municipios de Jaén, van a ser en torno a 100.000 los olivos arrancados para mayor gloria de la industria «verde», mientras Bonilla anuncia, a la vez, la plantación de millón y medio de árboles para librar a Andalucía de exceso de CO₂. De Lopera, Marmolejo y Arjonilla son vecinos la mayoría de los propietarios afectados.

aceitunas

Consideran, según miembros de la Plataforma Campiña Norte, que esta manera de actuar es más propia de especuladores en busca de dinero fácil que de empresarios que quieren enriquecerse mediante la satisfacción de las necesidades de la comunidad. Greenalia, por ejemplo, cuentan desde la asociación, ofrece el arrendamiento de sus terrenos durante 30 años, prorrogables otros diez años más, pero en 2024 puso en venta varios proyectos de energías renovables en España y Estados Unidos, bien con tramitación avanzada o en funcionamiento, por valor de 200 millones de euros. Una práctica que provoca una profunda desconfianza en muchos afectados jiennenses.

Además, denuncian, al cabo de esas décadas de arrendamiento que les proponen, las placas fotovoltaicas habrán tenido efectos casi irreversibles. El paisaje que los políticos antes querían proteger habrá cambiado por completo. Ese suelo se habrá vuelto infértil, no podrá volver a dar fruto hasta dentro de otros casi trescientos años y, probablemente, se haya contaminado del silicio del que están fabricadas las placas. A conclusiones muy similares llegan ya estudios como el de los catedráticos Ruiz y Mérida, de la Universidad de Málaga, publicado en noviembre de 2024.

Los linces ibéricos, después de décadas y décadas de esfuerzo de las Administraciones públicas para evitar su desaparición, perderán libertad de movimiento, ya que estos parques están cercados y, por tanto, no podrán crecer de manera adecuada. Otra especie que sufrirá los efectos de estas plantas fotovoltaicas es el alzacola rojo, ave en peligro de extinción, que se refugia precisamente entre los olivos y de cuya próxima pérdida llaman cada vez más la atención las asociaciones ecologistas más conocidas. Todo ello, ante el clamoroso silencio de supuestos defensores de la naturaleza, muchos de ellos ultra subvencionados por los grandes partidos.

Además del apego a la patria chica, el trabajo del agro tiene consecuencias mucho más valiosas que el mero rentismo

Pero lo que más les duele a los afectados son las consecuencias para sus familias y su modo de vida. Y es que el coste social para la comarca es importante. Se va a imponer de facto un rentismo letal para la agricultura local. No es lo mismo para una familia poseer una parcela cultivada, con olivos que cada año dan una cosecha de aceituna, más modesta o más generosa, que percibir una renta por un suelo sin producción agrícola alguna. No habrá incentivo alguno para desarrollar y hacer prosperar la tierra. Y, por tanto, para los jóvenes de allí, habrá menos motivos para permanecer en el pueblo. No parece exagerado afirmar que será la puntilla para el arraigo de las nuevas generaciones en su propia tierra.

Además del apego a la patria chica, el trabajo del agro tiene consecuencias mucho más valiosas que el mero rentismo: tradición, conservación de usos y modos de vida de siglos, combate contra la despoblación, desarrollo local, creación de empleo, un futuro para las siguientes generaciones… Propietarios, jornaleros, encargados de mantenimiento, fabricantes y comerciales de maquinaria, fitosanitarios, fertilizantes y otros productos químicos; investigadores en proyectos de Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Jaén, empresarios de turismo oleícola… Muchos trabajadores y sus familias se verán afectados por estas decisiones.

Los pequeños propietarios asociados contra estos mega parques solares son claros: a la provincia de Jaén ahora se le está arrebatando su principal medio de vida y seña de identidad, sus olivos y su aceite, el mejor del mundo. Por eso, se preguntan: dónde está la utilidad pública de estos proyectos, por qué la Junta de Andalucía no deja de autorizarlos, y si nadie se ha parado a pensar en desarrollar el negocio de las renovables en el territorio de una manera más respetuosa con el sector primario local.

«No vale mirar para otro lado. Todos queremos comodidad, pero cuando vemos un abuso que afecta a los tuyos, pues te duele. Y te pones a hacer cosas para evitarlo. Y soy optimista, claro que sí. Si no, no estaría aquí, peleando»; lo dice R., miembro de la plataforma. Si prosperan los planes de las empresas de renovables y de la Junta de Andalucía, va a perder su tierra, sus olivos serán arrancados y dejará de percibir los ingresos de la cosecha anual de aceituna. Año tras año, verá, cada diciembre, imponentes, las placas solares. Y recordará cómo antes, por esas fechas, se vareaban los olivos, se movían los fardos, iban y venían los tractores y allí había vida.

  • Marisa de Toro es graduada en Humanidades y Periodismo y Consultor Político.

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