El agricultor jienense Antonio Miguel en su participación en 'Espejo Público'

El agricultor jienense Antonio Miguel en su participación en 'Espejo Público'Tik Tok | espejopublico

Un olivarero rompe a llorar por la expropiación de sus tierras para poner placas solares: «Es una dictadura»

Miles de olivos centenarios olivos de la Campiña Norte de Jaén se sustituirán por un parque de energía renovable

Las lágrimas de Antonio Miguel muestran la desesperación de los agricultores de Jaén afectados por las expropiaciones que tienen como objetivo sustituir miles de olivos por un mar de placas solares.

El olivarero, que cuenta con una explotación con árboles de más de 300 años de vida, se ha convertido en el rostro de un drama que azota a los agrarios de la campiña jienense.

«Es una injusticia. He tenido que arrendar mi finca sin querer. A esto lo llamo yo dictadura, que es lo que es porque o arrendas o te expropian y no quería ni una cosa ni otra. He tenido que pasar por el aro sin más remedio. Toda mi vida trabajando y fíjate lo que te encuentras. Esto no es lógico», apuntó visiblemente emocionado el agricultor en una conexión en directo para el programa 'Espejo Público' de Antena 3

«No quiero ni dinero ni alquileres. Sólo deseo seguir con mis olivos, vivir de ellos como he hecho siempre», insistió con rotundidad Antonio Miguel.

Miles de olivos centenarios olivos de la Campiña Norte de Jaén están siendo arrancados para instalar, en su lugar, paneles solares que producen energía renovable. Según la «Plataforma Campiña Norte STOP megaplantas solares», se trata de unos 100.000 árboles. «Nos dicen que es amistoso, pero si no firmas, te quitan la tierra. ¿Dónde está la libertad?», lamentó el olivarero.

Las actuaciones cuentan con el respaldo de la Junta de Andalucía. En 2021, el Parlamento andaluz aprobó la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía, la LISTA, que facilita la instalación de parques de energía renovable en suelo rústico –mucho más barato– en lugar de hacerlo en suelo industrial.

Según apuntó Antonio Miguel, el pago del alquiler por hectárea es de unos 3.000 euros, aunque no se trata de una cuestión de dinero: «Lo llaman progreso, pero para nosotros es la destrucción de todo lo que hemos construido durante generaciones», aseveró.

Los jienenses condenan que este sistema fomentará un rentismo sin incentivos para desarrollar y hacer prosperar la tierra. Y, por tanto, para los jóvenes de allí, habrá menos motivos para permanecer en el pueblo y cada vez será más complejo que se perpetúe el arraigo a la tierra de las nuevas generaciones.

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